Las
luces de la sala de cine se apagaron y una figura de hombre elegante acompañado
de una mujer hizo aparición por uno de los laterales donde estaba sentada. Apoyado sobre su inseparable bastón, siempre que podía, José Luis visitaba la edición de CinemaJove en Valencia. Tras la proyección de la película de Medem ''Habitación en roma'' no
pude aguantar y me levanté a saludarlo. Le cogí las manos y nos miramos a los
ojos, estaba tan emocionada, le agradecí todo: su sensibilidad y ternura, su
clarividencia, su literatura, la clase de hombre que era...Le besé las manos y él me las besó a
mí mientras me daba las gracias,...¡¡¿las gracias a mí?!! Así era él: un hombre realmente
sencillo y encantador, con una mente maravillosa, un magnífico ser humano. No tengo su firma en ninguno de
mis libros, pero durante un par de minutos, y a través de sus manos, las que
escribieron todo lo que se puede leer, dejó en mí ese cariño con el que trataba a todo
el mundo. Un economista de una sensibilidad inigualable. El domingo se apagaron las luces en casa de José Luis, mientras yo encendía las mías tras haber pasado una de las mejores noches de mi último año. La vida y la muerte se cruzan de forma curiosa. Él siempre decía que el oro no vale nada, que el tiempo es vida...Así que le rindo tributo viviendo. Sampedro en el corazón y en el ánimo de lucha, por siempre. Con tu sonrisa etrusca me enamoraste para los restos.