martes, 7 de marzo de 2017

Los sentidos. Tacto


Me rozas y toda la maquinaria eléctrica de mi cuerpo transforma la suave caricia en un incendio masivo por sobrecarga. Me tocas, y mi deseo no tiene vuelta atrás.

Fines de semana completos donde tocarnos y mirarnos, donde reír y conocernos, y luego pretendes que para mí no signifique nada. Pero llegado ese punto de complicidad a mí no me digas que no sienta nada, porque me resulta imposible.

Me rozas con tu pelo corto, tocas con tus labios mi cuello, y ese tacto suave me deja anclada a merced de tus idas y venidas, te asumo como tiburón de arrecife que de vez en cuando se deja caer por la costa.



Y esta mañana, en la que tu hijo y yo estamos con los últimos coletazos de la gripe que nos has pasado, te despides con un largo beso teniéndome cogida la cara con tus manos, esas manos que me electrizan y cuyo tacto me estremece. Con la misma dulzura que me regalas en la intimidad, apartas un mechón de mi pelo para que nada se interponga entre tu boca y la mía.

Hoy vengo a comer a casa.

Pensaba hacer pasta, te digo. Y la versión pequeña de ti, lo celebra levantando los brazos y con un ataque de tos cuando intenta gritar ¡¡¡bieeennnn!!!

Amo a tu pequeño, ¿lo sabes? Anoche le prometí que hoy decoraríamos con sus propios dibujos la caja que compré en el mercadillo. Estaba tan emocionado cuando le propuse guardar ahí todas sus miniaturas de monstruos y superhéroes,…así seguro que no se me pierden. Cómo no derretirme cuando lo veo contento.

He retirado las cosas del desayuno de la mesa y he esparcido todo lo necesario. Desorden en campaña.

Desde la puerta nos miras sonriendo, sé que si fuera por ti no te ibas, y nos dejas entre cola, paracetamol y lápices de colores.

Miro sus dedos, semblanza de los tuyos pero de talla menor, cómo agarran las tijeras de punta redondeada, recortando entre la delicadeza y la brusquedad infantil. Me roza su mano al darme el extraterrestre recortado y me pregunta si ha mejorado. Me lo como a besos.

Mientras lo miro acaricio la madera de la caja, resulta cálida al tacto. Esta mañana, todo me parece fácil, sencillo. Disfruto los instantes cotidianos con él, aunque estemos hechos polvo tras varios días enfermos. Noto que le gusta estar conmigo, que le divierten las manualidades que le preparo y se lo toma muy en serio, y además, le encantan mis cuentos inventados. Me lo ha dicho.

Verlo crecer es el regalo más grande que podías hacerme, porque te amo y  tú estás en él, te veo en muchos de sus gestos, en la forma de sus ojos. Hay hombres que merecen perpetuarse en el tiempo, tú eres uno de ellos.

Miro mis manos para volver a recordar la textura de tu piel que he acariciado esta mañana antes de que sonara tu despertador. Tus huellas dactilares son tatuajes latentes en mi cuerpo, por eso no me he frotado bajo la ducha, para que mi piel recuerde quién la acaricia, la muerde, la besa, hasta que vuelvas.


El tacto tiene memoria, mis otros sentidos también.



5 comentarios:

  1. Precioso, Ana...tienes mucha sensibilidad y he sentido cada palabra que has escrito.

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  2. Precioso, Ana...tienes mucha sensibilidad y he sentido cada palabra que has escrito.

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    1. Muchas gracias, Nuria. Tú también la tienes.

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  3. Gracias Ana. Me encanta cómo escribes. En el gesto de alzado de brazos acompañado de tos he reconocido a un amigo.

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    1. Me encanta y me sorprende a la vez tener esa capacidad para haceros recordar. Que mis palabras os toquen es lo mejor que puede pasar a una persona como yo, que me expreso de esta manera. Gracias a ti por leer mis cosas.

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Estos son los que no se callan, y me encanta que así sea