Es posible parecer que me
expongo mucho, que no callo nada, que soy un libro abierto…y no.
¿Realidad? ¿Ficción?…El juego de la vida y de
las palabras.
Entre cientos de cosas que podría
revelar, hoy tengo una que no quiero callar por más tiempo. Si hasta febrero
del año pasado (el trece) no leí “El guardián entre el centeno” (cosa que sólo
dije a dos personas y ya me sentía bastante avergonzada por ello), creo que ha
llegado el momento de confesar abiertamente… que no he visto…
En serio, creedme, juro por Tyrion Lannister que no la he visto.
Podría poner miles de excusas pero
para qué, siempre hubo otra película que
ver, esa es la realidad; y siempre hubo otro
libro que leer, y el de Salinger permanecía entre los pendientes eternos. Supongo que todo tiene su momento, y
digamos que ese todavía no ha llegado para la ópera prima de Tarantino,…como sí
llegó el momento perfecto para dedicarme por entero a Holden Caulfield (y sí, ya nada será igual
para mí desde que lo conocí, nada).
Quería escribir esto antes de verla, cosa que todavía no me dispongo a
cumplir, dicho sea de paso. No sé de qué va, y eso que han sido largos años
escuchando hablar de ella, y viendo imágenes. Pero mi capacidad para abstraerme
de las informaciones que me llegaban, que en este caso ha sido absoluta, me hace virgen frente a lo
desconocido.
Eso está bien, no todo el mundo puede disponer de su inocencia intacta.
Así que hoy, día en el que me encuentro
un listado de cuarenta grandes películas que jamás ganaron un premio de la
Academia de Hollywood, la he visto ahí en el número treinta y he pensado: ¡si
no lo digo, reviento! Y no quiero que este domingo sea recordado por ver cómo mi
casquería se desparrama sobre el portátil y el monitor donde sólo veo lo que
quiero ver y cuando quiero ver.
Llegará ese momento, supongo, o alguien me pondrá cual Alex DeLarge frente a una pantalla para que me la trague enterita y sin pestañear. Llegará.
No imagino mi vida tras su visionado; no sé si me preguntaré cómo he llegado a esto, o qué
mierder de vida ha sido mi vida hasta verla. Ahora mismo, sólo puedo deciros
que el hecho de no haberla visto no ha provocado grandes cataclismos a mi media
neurona: he sobrevivido bien, al menos no creo estar menos cuerda que el resto
de la humanidad.
Lo que ocurra después es todo un
misterio. Os lo contaré,…o quizás no lo
haga. Depende