miércoles, 18 de septiembre de 2013

Un verano de libélulas dicroicas


Ha sido un verano colmado de libélulas dicroicas y canciones de Sigur Rós y Beirut. Un verano que no he podido disfrutar como merezco por  cosas que no vienen al caso.

Tras varios inviernos solapados, este es, sin duda, el verano que más se ha hecho esperar,  el más deseado; y  aunque no haya resultado como imaginé, he intentado disfrutarlo mucho.   Era obvia la necesidad de calor, los días de vestidos volátiles, o desnudez casi  integral,  de helados cremosos, de dejarse vencer  por la siesta junto a la piscina, de fantasear con hacer  el amor en el agua quieta con la más absoluta nocturnidad y alevosía…de baños nocturnos bajo las estrellas, de flotar mirando hacia arriba o cerrando los ojos perdiendo la noción de lugar, de paseos en solitario por la ciudad plena de turistas, de leer novelas  sentada en las escaleras de mis edificios favoritos, comiendo pipas o bebiendo un té de La Petite… o de portar un ajedrez en mi mochila un sábado, por si un niño con brackets quería enseñarme a jugar en la calle. Incluso se me hacía agradable la probabilidad alta de ser devorada por los mosquitos, sí, esos bichos que te comen viva por la noche y luego no te llaman…

Muchas libélulas he visto, sí. La primera y más bonita de todas, en la ventana de mi rincón exquisito, otras muchas junto al agua; hasta dentro del autobús que me lleva a la ciudad vi una…Y es cuando se quedan quietas con sus alas extendidas, que puedes observar en silencio su magnífico brillo degradado, que dependiendo del ángulo de incisión del rayo luminoso son de unos matices u otros; parecen reversibles, materiales naturales a los que copiar para revestir cúpulas de edificios rehabilitados. En la quietud de las tardes veraniegas, junto a la piscina, se han paseado como bailarinas de un ballet bien ensayado. Sólo cuando se acercan demasiado, escuchas un sonido fuerte como de avión de combate en un ataque  por sorpresa, un zumbido enérgico de ‘despierta que voy’. Me gusta mirarlas y entiendo la fascinación que los japoneses sienten hacia estos insectos majestuosos.

El verano se acaba y con él las aguas de azul gresite. Echaré de menos esa dejadez de la siesta, cuando no existe el tiempo al menos durante un par de horas. Cuando  el silencio sólo es roto por el canto de  las cigarras, el sonido del planear de algún ave que lanzada en picado bebe agua, o el rumor aromático de los pinos; porque cuando se escucha la sierra mecánica cortar setos en el vecindario es que las dos horas han pasado, se acabó la tregua… Y aun así, la tarde de verano tiene un no sé qué que me encanta  y me atrapa por completo. 


En una de esas tardes escribo:
“Quiero ser la combinación perfecta entre fotografía fija y de lapso de tiempo, imagen en movimiento, música y arte. Deseo que tú, futuro lo que sea, haga un inventario de mis lunares sin tiempo ni prisas; entre palabras susurradas o silencios nada incómodos, miradas llenas de adjetivos y profundas hasta excavarme. Importarte. Que pasees  por mi piel  rozándola con tus labios como una hormiga que hace el camino por primera vez… y con esos besos que muerden mi labio inferior y el tuyo. Que duermas sobre mi pecho para poder observar cómo se relaja tu rostro, acariciar tus facciones y besarte mucho. Cuando todo eso suceda sabré que me ha sido concedido  ese verano soñado aun cuando ahí fuera, el frío invierno llegue."

Hasta entonces, seguiré tejiendo cual  Penélope. Eso sí, viviendo, no postrada a la espera, ningún Ulises lo merece.


5 comentarios:

  1. Las Penélopes tejedoras somos solidarias y estamos unidas con un hilo invisible (seguro que de lana)
    Espero seguir siendo espectadora cual libélula que de vez en cuando, va a visitarte.
    Te quiero

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  2. Gracias por llenar el verano de tu verano. Lo intesificas de tal modo que debo de mirar de nuevo el calendario por si ha habido suerte y mañana es 22 de junio. La intensidad, la delicadeza, la evanescencia, la ingravidez al final tienen su premio.
    Que bueno que te intereses también por Sigur Ros.

    E intanto Penelope tesse la sua tela

    nell'ora di punta

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    1. También me gustaría que fuese 22 de junio :)

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  3. Solo tienes que pegar las paginas del calendario en lugar de arrancarlas. El calor y las chicharras aún no se han ido, y el resto del verano lo tienes en tu mente...

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  4. Sí, el calor y las chicharras aún están aquí, lo cual me alegra...y te haré caso, pegaré las hojas del calendario, el verano está en mí.

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Estos son los que no se callan, y me encanta que así sea