De nuevo los fines de semana serán findes y los lunes, lunes…Por fin puedo volver a gritar: ¡Es viernes!
Recupero una reseña antigua que escribí y aprovecho la ocasión para agradeceros a tod@s los que os habéis alegrado inmensamente por mí con un gran abrazo desde el Mediterráneo.
Ahora, una taza de chocolate caliente y unos capítulos de serie. El día está muy gris y apetece apalancarse un rato.
MEMORIAS DE UNA JOVEN FORMAL, Simone de Beauvoir
Decía Marguerite Duras que "escribir es intentar saber qué escribiríamos si escribiéramos". En mi caso, lo que intento es saber de qué manera explico los sentimientos que guardo tras leer estas memorias de una joven inusual.
Las palabras de Simone de Beauvoir se han ido clavando como puñales en ocasiones y rozando como cintas de raso en otras (mi estado melancólico de ese momento tuvo mucho que ver).
Descubrir en esta mujer que ya desde muy niña poseía una mentalidad moderna, alejada del ambiente burgués en el que vivía —encorsetado por un catolicismo que constriñe, intolerante, que dicta lo que se debe hacer y en qué se ha de convertir una—induce a preguntarse, pasados los años, dónde se queda la delicadeza, el pensamiento profundo y libre, los deseos inmensos por conocer.
¿Se sorprendería Simone al ver esta sociedad "avanzada" causar tanta maldad en todos los aspectos de la vida y retroceder inexorablemente a siglos pasados por culpa de cabezas insanas? Pregunta al aire.
Hoy tenemos de todo a nuestro alcance, y es muy probable que no toquemos, leamos o vivamos una centésima parte de lo que esta mujer disfrutó. Por eso mismo, el deseo intenso de Simone que convirtió, día a día, en realidad, pese a las dificultades de ser mujer en su época, la convierte en un ser extraordinario y bello, mostrándose a su vez sencilla y siempre sincera con ella misma y con los que la leemos.
Vivió según le dictó su conciencia, su corazón, y su forma de ver la vida, y eso es admirable en cualquier persona.
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Estos son los que no se callan, y me encanta que así sea