Creo que cuando uno está metido hasta el cuello en un momento cruel y sin sentido, como lo son todas las putas guerras, no se es consciente de que su participación en el paso siguiente puede convertirse en historia o Historia. Uno se habitúa al desorden y al caos con la misma facilidad con la que nos acostumbramos al frío o al calor cuando cambia la estación en nuestro hemisferio.
Encerrado en un campamento con miles de hombres como tú, horarios interminables de entrenamiento en los que el cansancio y el aburrimiento a partes iguales hacen mella y desmoralizan; deseas que de una puñetera vez llegue el día en el que dejar este barrizal plagado de tiendas de campaña, el tedio, la inquietud, y adentrarse, de verdad, en el combate real, ese para el que has sido instruido.
Las dudas te atormentan, no duermes nada, y sufres arrebatos de ira hacia los que son tu única compañía, (con lo bien que estarías en tu casa respirando el aroma del bosque en esta época del año ) y la melancolía se atrinchera en tus entrañas cuando recuerdas ese aroma o escuchas una canción lejana en un aparato de radio. Pero no estás en casa, estás muy lejos de algo parecido a un hogar.
Aterrorizado, el temor a un final inmediato te acompaña cuanto más se acerca el día D, y todo eso pese a saber que es tu deber: tu dios, tu patria te necesitan, razón suficiente para dejarlo todo a muchas millas de donde te encuentras ahora: este mundo, otra dimensión.
Todos esperáis a que la luna y las mareas sean propicias para la operación, y mientras, te desesperas. Levantas la vista del papel en el que has escrito cuatro letras. Piensas que menuda mierda la espera, aunque te da margen para seguir vivo un día más y eso está muy bien, crees. Nunca has sido paciente, y ahora te ves aguantando todas las esperas del mundo, juntas para que no se pierda ni una de las que te tocan en esta vida, por si el que se pierde para siempre un día de estos eres tú.
Cuando tienes un rato de asueto intentas divertirte, puede ser tu última cerveza, tu último polvo, aunque las chicas aquí no se fían y hay que trabajarlas bien; bonitas palabras, unos buenos bailes, algún detalle nunca está demás, tu sonrisa y tu aspecto físico hacen el resto. Has tenido suerte, hasta ahora.
¿Sabes? En los pocos momentos en los que mis ojos se cierran me imagino por fin dentro de una barcaza, a merced del oleaje, apretado a los demás como sardinas en lata, parapetado con todo el equipo. Este es mi fusil. No tengo nada más que esos kilos de peso a mi espalda, y he de avanzar, eso es lo que tengo que hacer: desembarcar y correr todo lo rápido que pueda para buscar un lugar seguro…
Pero la mayoría de las veces me veo abatido por la metralla dentro de esas cuatro paredes metálicas a cielo abierto; veo mi cuerpo muerto, todavía en pie por la presión que ejerce esa masa de gente callada contra mí. El silencio es irrespirable aunque yo ya no respiro, lo hacía segundos antes.
No veré Juno Beach, mí última imagen es sólo la nuca sudorosa del pobre soldado que tiembla a un palmo de mí, mi último pensamiento tu beso en el bosque. Oscuridad. La nada. Fin.
Me siento afortunada por tener algunas amistades que me conocen bien. Normalmente siempre pido o me traen marcapáginas de todos los puntos del mundo, esta vez mi amiga J. me trajo de su viaje un frasco lleno de arena de Omaha Beach, sé que ni un solo grano de ese tarro tiene ya nada que ver con ese momento de hace hoy 70 años, pero cuando lo destapé y metí mi dedo para tocar la arena, cerré los ojos y me imaginé, lo que siempre creo, que los momentos fascinantes, todos, se quedan atrapados y ocurriendo una y otra vez en ese lugar fetiche donde sucedieron la primera y única vez.
Mi recuerdo a todos esos hombres y mujeres que participaron de una manera u otra en este fascinante y brutal momento histórico y en los días sucesivos que cambiaron el rumbo de la guerra.
Muy buena. Muy directa. Muy sencilla. Conmovedora. Escuchar la canción después de leerlo te hace darte cuenta de que es afortunado aquel que tiene drama en su vida. Soportar la mochila y esperar es lo difícil. Lo otro sería insoportable.
ResponderEliminarMe emociona que digas cosas tan parecidas a mis pensamientos. Tengo drama en mi vida, soporto mi mochila, la conozco bien, y espero, siempre lo más difícil, eso y la empatía. Lo otro, lo fácil y desaparecer me resultaría insoportable, debe serlo, espero que lo sea. Un abrazo, Homer
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