miércoles, 8 de mayo de 2013

Contra la indiferencia: los chicos y chicas de Madison Av.



Me gusta muchísimo la serie de televisión Mad Men.
En Mad Men ningún personaje busca la empatía inmediata con el espectador, y eso me hace libre para mostrar cualquier sentimiento. Desde la indiferencia al cariño, pasando por el rechazo, me los provoca todos.

Es una serie con diálogos brillantes y certeros construida a base de detalles, cuya importancia le confiere ese halo de credibilidad y realidad brutal. Curioso que la parte de la audiencia que dice aborrecer la serie, se quede solo con que se bebe y se fuma mucho, y que todos se pregunten qué vemos las mujeres en un hombre como Draper, tan prepotente, oscuro y mujeriego.
Veo a un falso triunfador con un espíritu atormentado que nunca se muestra conforme, la tristeza lo rodea. Baja a los infiernos, salta tapias de palacios…abre puertas, cierra otras. Tan indefenso por un dolor de muelas…

Como mujer y como espectadora  puedo decir que me gusta ese desequilibrio, el magnetismo que desprende, y que no gustándome nada que en mi vida real me mientan o engañen, sin embargo, me fascina su conflicto interno, el “¿quién demonios eres, Don?” porque a ese lo puedo controlar.
No quiero que nadie le redima ni lo salve porque sería irreal; porque a un tipo así no lo doma ni dios (si existiera). Me gusta que pase su vida aparentando y que no sea quién dice ser. Al fin y al cabo vive vendiendo humo a los incautos como nosotros; es un experto, lleva toda la vida haciéndolo.  Y además, en la serie nadie es quien dice ser, absolutamente nadie. Hacen de la mentira y la apariencia un estilo, que gracias al director artístico resulta magnífico, reflejando cada época con toda perfección.

No os quedéis con lo que ocurre en primer plano, observar los segundos y los terceros: hay toda una vida allá detrás.
Los detalles, la importancia absoluta del detalle bien construido.

La ficción es más real que la vida misma, siempre me lo parece. La ficción nunca miente. Y a mí, Mad Men, siempre me dice la verdad. 


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Estos son los que no se callan, y me encanta que así sea