miércoles, 9 de octubre de 2013

Atrapada en un Mcguffin

Se sabe que un Mcguffin es la excusa argumental que se utiliza para que los involucrados avancen en la trama, pero carente de importancia para el desarrollo de la historia que se cuenta.

Pues bien, juro que no sé cómo lo he hecho, pero estoy atrapada en uno de esos, y confieso que muy grande. Tan grande es, que el contexto que lo ha provocado se ha convertido en una inmensa Sequoia que no deja ver más allá de su tronco. Me asomo, salto, la rodeo, me agacho, repto, pero nada, de bruces con su tronco a ratos. Me está vetado mirarlo de frente, es duro el árbol, no me levanta el castigo.

Foto©Luis García González

Estoy dividida en dos mitades que marchan independientes. Cada una de ellas tiene su propio carácter y espíritu. (Espero hacerlas coincidir en el espacio antes de que me desintegren por completo y me hagan desaparecer en cuerpo y alma).
Una de esas partes, la más emocional, se ve inmersa en un bis continuo de la estrofa del vals de La Bohème de Puccini, en el que Musetta canta: "Cosi l'effluvio del desio tutta m'aggira, felice mi fa, felice mi fa!"




Escuchado en todo su esplendor, hace comprensible ese arrebato apasionado que siento, porque es de un placer absoluto el deseo que experimento desde hace algunos meses; un deseo irrefrenable, algo tira de mí que me hace girar, que me levanta del suelo unos centímetros para, después, dejarme  caer sin remedio.

¡Qué putada!

El aliciente maravilloso que dio tregua a mi tristeza durante semanas, se convirtió, de repente, en contexto. ¿Cómo ocurrió? (os presento a mi Mcguffin) Ni idea, tan solo puedo decir que pasada aquella noche imaginé, supuse, fantaseé, y la cagué. No he podido corroborar nada con la Sequoia.

Esa parte de mí, absolutamente pillada, ha improvisado, se ha adaptado pero no ha vencido. Y aun así no quiere dejar de sentir, lo prefiere a estar muerta por KO racional.
La parte más cabal, la que todavía conserva cierta perspectiva sensata, sigue su camino, anda otras sendas, alguna vez ralentiza su caminar para que su otra mitad no se pierda del todo en laberintos insondables.

La cordura contra la imprudencia. Caótica niña Musetta.

Holden Caulfield creía que no se debía contar nada a nadie, porque en el momento en que uno cuenta cualquier cosa empieza a echar de menos a todo el mundo. Y vaya si ocurre así. En cuanto conté, el pequeño muro que erigí a mi alrededor (¿para protegerme?) se derrumbó. No me importó.

Quise sobre el cauce seco de un río, y añoré al mismo tiempo. ¡Qué curioso!

Soy incapaz de cerrarme, no quiero, me niego a no ser espontánea.

Los miedos paralizan y no te dejan vivir momentos increíbles. Muestras retales de ti, y cuando te das cuenta que no has sido tú del todo, cometes pequeñas locuras adolescentes para contrarrestar. Y aunque haces la monguer, sigues adelante, tal es la certeza de lo que sientes.

El mundo sería un lugar oscuro y aburrido si no hubiera gente como yo: eterna soñadora, rara muchacha que desea y arriesga.

Hoy me ha dicho mi ex anónimo: “Recuerdo en ti una capacidad, que aún seguirá,  para sonreír y ser feliz sin necesitar mucho para ello.”

Esa capacidad todavía está en mí, lo digo para quien quiera conocerme. Soy la mujer que todavía sonríe ante la posibilidad de volver a volar. Por ahora, sólo sucede en bonitos sueños cuando Morfeo me visita para quedarse. Pero, ¿quién sabe?...

Todo vuelve, Musetta, muchacha.
Ojalá sólo lo bueno.




3 comentarios:

  1. No deberías dudar entre la cordura y la imprudencia. La primera sabes que no te hará feliz. Desear y arriesgarse, ya es un gran paso plantearlo como posibilidad. Tu darás siempre el paso adelante y sin taparte los ojos, aunque no se vea el fondo del barranco.

    Ex Anónimo
    Igual tu eres el mcguffin y vives en la botella a la espera que te descorche Cary Grant.
    Por cierto, repaso el catalogo de rubias de Hithcock y no apareces. Realmente extraño.

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  2. Eres grande y valiente Musetta!!!

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  3. A lo mejor tu Mcguffin no es tal, igual el contexto hace necesario que tengas ese muro en forma de sequoia infranqueable, y el castigo no es castigo sino un paso para avanzar en la trama, sólo tienes que descubrir la forma de hacerlo, encontrar el camino que permita a tu historia seguir el curso de los acontecimientos.
    Tu disociación no es tal, tu deseo y tu razón aún discurren por senderos diferentes, buscan ese cruce de caminos donde puedan ir de la mano a enfrentar la aventura que vives y cuya banda sonora no es otra que ese vals de Musetta, sueñas oyendo esa  estrofa que aviva  en ti la llama de la pasión, una pasión que pones en todo lo que haces, esa pasión es tu arma y ese perfume del deseo que te rodea y te hace feliz, es el eslabón que evita tu división y te hace fuerte, te emociona y te lleva a un estado de euforia, que hace que te entregues a ese deseo que te mueve a su antojo y te acaba llenando de sinsabores que superas con sufrimiento pero con fortaleza, la que te da el deseo.

    Cuando hablas de aliciente maravilloso, nunca puede ser contexto, si para ti es maravilloso ha de ser parte de la trama, así que me acabo de cargar a tu MCguffin.

    Tendrás que seguir la trama hasta el final para ver a qué lugar te lleva, y que pinta la sequoia en todo esto, recuerda Rosebud y Ciudadano Kane.  Quizás un árbol tan poderoso como una sequoia  sea el  punto de inflexión que marque tu camino y que sirva como nexo de unión en tus disociados sentimientos que a veces vagan  dispersos y anárquicos. Tu capacidad para sentir y tu extraordinaria sensibilidad son las que te hacen ser enormemente vital, contagiándonos de ilusión a cuantos te conocemos. Por eso no podemos más que quererte como eres. Tu juicio nunca te abandona, incluso en los momentos más difíciles de aplicar, siempre tienes ahí esa llamita que, aunque no lo creas, está encendida hasta en los momentos que crees que son de insensatez. Tu cordura y tu imprudencia van de la mano, a veces una tira muy fuerte, pero la otra nunca pierde el equilibrio, aunque a ti te lo parezca.

    Recuerda que eres nuestra pequeña Musetta, con todas tus virtudes y todos tus defectos. Nunca perderás la capacidad para soñar, y hacernos soñar con tus escritos. Eres natural, y has de seguir siéndolo. Alégranos con tu sonrisa, emociónanos  con tus historias y haznos  felices con tu presencia. Que ese perfume del deseo que te rodea y hace feliz continúe inspirando tu vida. Que tu corazón sea una luz cuando sientas la oscuridad abrumadoramente presente. Sigue siendo Musetta, la que todos queremos la que reina en el caos y crea armonía, la que siempre tiene una sonrisa dispuesta a iluminar la oscuridad. Pequeñaja eres muy grande.  

    Disculpa mi exceso de confianza.

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Estos son los que no se callan, y me encanta que así sea