sábado, 9 de noviembre de 2013

Eterna adolescente

Libélulas en el estómago, mis manos heladas que abrazan la carpeta contra el pecho, monedas para el billete de bus que caen al frío pavimento de la acera. Me agacho a recogerlas, y de paso subo mis calcetines hasta la rodilla. 

Escojo la primera canción en mi teléfono móvil: kaleidoscope  de The Dirt Tracks, el resto de la reproducción es ya aleatoria pero pronto compruebo que sólo surgen canciones que me hablan de ti.

Estoy muy nerviosa, y sin embargo feliz; al fin podré mirar tu rostro de nuevo. Ese que he visualizado tantas semanas para que no se pierda entre las otras caras que me cruzo a diario. Eres mi actor fetiche en la película neoromántica que imagino; eres alma Serie A que he soñado durante todo mi verano melancólico.

Y hoy, cuando no voy vestida como planeé hacerlo para tal ocasión, me voy a encontrar contigo.

De repente, ya no me pesan los días de ausencia, ya tengo ganas de verte otra vez, muy pronto. El hilo de plata que me une a ti brilla con todo su esplendor. Te veo pasar dos veces desde la ventana y mi corazón va a mil. 

Salgo a buscarte, y  te llamo por tu nombre. Ahí estamos, uno frente a la otra en la puerta del instituto, y nos reímos como antes, como si no hubiera existido un hueco entre los dos. Me siento como si hubiese arrancado las hojas de esa estación del calendario, y aunque tengo un pellizco volcánico que me aprieta el alma y mis manos están heladas, mi corazón sólo ansía tocar el tuyo, gustarte.

Los compañeros de la otra clase me miran desde tu espalda, algunos con descaro, y con la excusa banal de no sé qué se acercan a nosotros para seguir mirándome de cerca, pero no te das cuenta porque no dejo de sonreírte; no puedo controlarme, mis labios se arquean sin que mi cerebro de la orden, todo en mí va por libre cuando se trata de ti.

No has cambiado nada, te veo muy bien; tú no me preguntas cómo estoy, pero no me importa: te estoy mirando a los ojos, estoy escuchando tu voz, tu risa; es bonito cómo me nombras. Con qué poco mi estado de ánimo resucita, ¡qué digo poco! ya es mucho verte y que charlemos…

Hablamos de cristales azules, de viajes, de cuadros y asignaturas. Y rememoro el sabor del sushi junto a ti, mientras rozaba tu rodilla con la mía en otra vida. Aquella noche también tenía frío por otros motivos, pero entré en calor al abrazar tu sueño entre besos.

Por eso busco tus labios ahora, para calentar mi cuerpo congelado de invierno repentino, tomo un trago de tu saliva dulce, me mezclo contigo como en una fórmula se mezclan los elementos químicos para crear un compuesto de pureza Heisenberg.

Y así pasamos un rato.

Con mi carpeta forrada de fotos de Ryan Gosling y Matt Damon subo a ese bus que me separa de ti, esta vez deseo que por poco tiempo, y vuelvo a poner Kaleidoscope a mi banda sonora de vuelta, ahora en modo repetición.

Ya en mi habitación tengo muchos deberes, y no me puedo concentrar. La historia de mi vida los últimos tiempos, con el añadido que, en ocasiones, no puedo hacer Ctrl+z para deshacer.

P.D. Si me haces mejor persona de lo que soy por todo lo que sale de mí al pensarte, imagina si me tocas.



6 comentarios:

  1. No cambies nunca... Meca!!
    Tienes un gran talento para la escritura y en todo lo te te propongas.
    Me ha encantado...cuantas veces he pensado en hacer Ctrl+z....

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  2. El amor adolescente, el más fuerte y libre de inhibiciones, el que todos recordamos, y cuando lo hacemos brota una sonrisa. Mi querida Musetta, no puedo dejar de introducirme en el interior de esa joven enamorada que tan bien retratas y con la que vuelves a hacernos sentir. Es tan real que la puedo ver a través de tu historia, incluso esa maravillosa banda sonora que la acompaña. Retratas el amor con sencillas palabras que conviertes en maravillosas frases. Ese hilo de plata que une a la pareja protagonista es el hilo de plata, irrompible que une mi lectura por tus historias y que saboreo con una enorme intensidad. Cuando escribes de amor llega a doler de tan real como lo vivo. No tienes parangón, pequeña Musetta. Sigues enamorando con tus historias. Realidad, ficción, que más da, es tu amor por lo que escribes lo que te hace transmitirlo y que cale en quien te lee.

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  3. Has entremezclado pasado con presente, y realidad con anhelo de tal manera que te visualizo niña y adulta por separado y a partes iguales. Magnífico relato.

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Estos son los que no se callan, y me encanta que así sea