Libélulas
en el estómago, mis manos heladas que abrazan la carpeta contra el pecho, monedas para el billete de bus que caen al frío
pavimento de la acera. Me agacho a recogerlas, y de paso subo mis calcetines hasta la
rodilla.
Escojo la primera canción en mi teléfono móvil: kaleidoscope de The Dirt Tracks, el resto de la reproducción es ya aleatoria pero pronto
compruebo que sólo surgen canciones que me hablan de ti.
Estoy muy nerviosa, y sin embargo feliz; al fin podré mirar
tu rostro de nuevo. Ese que he visualizado tantas semanas para que no se pierda
entre las otras caras que me cruzo a diario. Eres mi actor fetiche en la
película neoromántica que imagino; eres alma Serie A que he soñado durante todo mi verano melancólico.
Y hoy, cuando no voy vestida como planeé hacerlo para tal
ocasión, me voy a encontrar contigo.
De repente, ya no me pesan los días de ausencia, ya tengo
ganas de verte otra vez, muy pronto. El hilo de plata que me une a ti brilla con
todo su esplendor. Te veo pasar dos veces desde la ventana y mi corazón va a
mil.
Salgo a buscarte, y te llamo por tu
nombre. Ahí estamos, uno frente a la otra en la puerta del instituto,
y nos reímos como antes, como si no hubiera existido un hueco entre los dos. Me siento como si hubiese arrancado las hojas
de esa estación del calendario, y aunque tengo un pellizco volcánico que me
aprieta el alma y mis manos están heladas, mi corazón sólo ansía tocar el tuyo,
gustarte.
Los compañeros de la otra clase me miran desde tu espalda,
algunos con descaro, y con la excusa banal de no sé qué se acercan a nosotros para seguir mirándome de cerca,
pero no te das cuenta porque no dejo de sonreírte; no puedo controlarme, mis
labios se arquean sin que mi cerebro de la orden, todo en mí va por libre
cuando se trata de ti.
No has cambiado nada, te veo muy bien; tú no me preguntas
cómo estoy, pero no me importa: te estoy mirando a los ojos, estoy escuchando
tu voz, tu risa; es bonito cómo me nombras. Con qué poco mi estado de ánimo
resucita, ¡qué digo poco! ya es mucho verte y que charlemos…
Hablamos de cristales
azules, de viajes, de cuadros y asignaturas. Y rememoro el sabor del sushi
junto a ti, mientras rozaba tu rodilla con la mía en otra vida. Aquella noche también tenía frío por otros
motivos, pero entré en calor al abrazar tu sueño entre besos.
Por eso busco tus labios ahora, para calentar mi cuerpo congelado
de invierno repentino, tomo un trago de tu saliva dulce, me mezclo contigo como en una fórmula se
mezclan los elementos químicos para crear un compuesto de pureza Heisenberg.
Y así pasamos un rato.
Con mi carpeta forrada de fotos de Ryan Gosling y Matt Damon
subo a ese bus que me separa de ti, esta vez deseo que por poco tiempo, y vuelvo
a poner Kaleidoscope a mi banda
sonora de vuelta, ahora en modo repetición.
Ya en mi habitación tengo muchos deberes, y no me puedo concentrar. La historia de mi vida los últimos tiempos, con el añadido que, en ocasiones, no puedo hacer Ctrl+z para deshacer.
P.D. Si me haces mejor persona de lo que soy por todo lo que sale
de mí al pensarte, imagina si me tocas.
Diossssss...eres única.
ResponderEliminarOjalá
ResponderEliminarNo cambies nunca... Meca!!
ResponderEliminarTienes un gran talento para la escritura y en todo lo te te propongas.
Me ha encantado...cuantas veces he pensado en hacer Ctrl+z....
Chapeau!
ResponderEliminarEl amor adolescente, el más fuerte y libre de inhibiciones, el que todos recordamos, y cuando lo hacemos brota una sonrisa. Mi querida Musetta, no puedo dejar de introducirme en el interior de esa joven enamorada que tan bien retratas y con la que vuelves a hacernos sentir. Es tan real que la puedo ver a través de tu historia, incluso esa maravillosa banda sonora que la acompaña. Retratas el amor con sencillas palabras que conviertes en maravillosas frases. Ese hilo de plata que une a la pareja protagonista es el hilo de plata, irrompible que une mi lectura por tus historias y que saboreo con una enorme intensidad. Cuando escribes de amor llega a doler de tan real como lo vivo. No tienes parangón, pequeña Musetta. Sigues enamorando con tus historias. Realidad, ficción, que más da, es tu amor por lo que escribes lo que te hace transmitirlo y que cale en quien te lee.
ResponderEliminarHas entremezclado pasado con presente, y realidad con anhelo de tal manera que te visualizo niña y adulta por separado y a partes iguales. Magnífico relato.
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