sábado, 1 de noviembre de 2014

Primera temporada


La medicina como experimento  y aprendizaje continuo, como espectáculo. Magos de bata blanca retransmitiendo en directo en quirófanos como aularios, juegos de manos hábiles que terminan en fracaso muchas veces. 

Quirófanos donde demostrar maestría no falta de egocentrismo, envidia o rabia. El deseo de gloria más que pensar en los pacientes. Obsesión. Enseñanzas gore a ritmo de mínimos acordes de Cliff Martínez que unen a la perfección (en mi opinión) lo contemporáneo con el New York de 1900.

Estratos sociales bien delimitados: barrios sucios e impenetrables sin miedo, barrios altos y limpios donde la corrupción de blanco guante brilla a la luz del día. Adicciones a drogas que se tienen a mano, al sexo prohibido, a los viajes placenteros y al olvido, al dinero y a la podredumbre.

La oscuridad y el subterfugio como forma de ayuda humanitaria, hambre y sed de saber, manos ensangrentadas sujetando vísceras de vidas que se escapan; mentira, apariencia, fobias.

Progreso, nuevos artilugios que cambian el ritmo de los días, renovación científica, pruebas que triunfan o errores que matan, querer ir más allá. 

Amores que renuncian. Sexo sin complejos. Brutalidad callejera, levantamientos de odio. Bicicleta azul y deseo. Tú vales y ese otro no. Tu lugar es ese rincón oscuro y el mío el de los focos.

La locura, la sordidez, la muerte…la vida.


The Knick, de Steven Soderbergh




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Estos son los que no se callan, y me encanta que así sea