jueves, 28 de mayo de 2015

Mayo volátil


Percibo ligero que el sueño se aleja difuminando las historias que me mantienen viva mientras muerta estoy. La mañana trae sonidos que, como gotas, los involucra y mezcla con las imágenes en color, con las palabras dichas, se enredan a esa película que se monta en mi cabeza y que esta noche me ha llevado a Oviedo.

En milésimas de segundo he pasado de la libertad de tomar un tren por las buenas, sin miedos, a introducirme solitaria en calles desconocidas; apoyándome en verjas recias que soportan mi pesar, mi vagabundeo, mi odisea. Nada en la mochila, ni ropas ni productos de aseo, sólo yo con un libro del que no he alcanzado a ver el título. 

Hablo con un parroquiano al que pregunto por aquél lugar que se ve pasada la playa, esa frontera de agua tras la que se divisa tierra emergente, e ilusionada me adentro en la maleza y luego las rocas en mi búsqueda continua de algo o de alguien. Un mismo deseo que se agarra cada noche cuando el sueño me vence, lo único común a todas mis noches: conocerte.



©Ana Meca

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Estos son los que no se callan, y me encanta que así sea