viernes, 12 de octubre de 2018

Anatomía de una frase de mierda (II)


EL TIEMPO LO CURA TODO
¿Bonita, eh? 

Vayamos por partes porque son muchas las preguntas que me hago:

Tiempo: ¿De qué tiempo estamos hablando, del estado atmosférico, la época, la estación o de la magnitud física que permite ordenar la secuencia de los sucesos? (A mí, o me habláis con claridad o no lo proceso bien). ¿De qué depende la cantidad necesaria para reponer nuestra alma rota, del hecho en sí, la temática, el carácter de la persona que sufre la desavenencia o el trauma? ¿A qué arbitrariedad le debemos el honor de que esa frase tajante sea cierta, o se trata realmente de una constante única para cada uno, existen tablas? Lo dudo.
Quizás la primera persona que la sentenció lo hizo simplemente para apaciguar las penas de otro, para animarlo o consolarlo. No acierto a imaginar cómo fue ese momento ni en qué circunstancias, pero casi me atrevo a decir que sería una  época en la que la religión, sea la que fuere, ya adoctrinaba al pueblo, porque antes, por esa naturaleza de supervivencia, cualquier sentimiento de pérdida debió ser inexistente. Desde luego todo esto lo digo desde la ignorancia más absoluta, ya que no tengo más pruebas que haber visto varias veces la serie animada Érase una vez el hombre y 2001: una odisea del espacio.

Curar: Sanar, recobrar la salud. Cuando ocurre algo en la vida de cualquiera que hace daño, que traumatiza, tras el shock y la negación viene el dolor más profundo que te puedas imaginar, el que no te deja pensar en otra cosa, el que te aprieta las entrañas y te retuerce el alma, el que no te deja comer ni respirar, el que te mantiene mirando fijamente a un punto largo rato, el que te hace llorar por todos los rincones de tu casa. Crees que tu cuerpo no está preparado para esto e imaginas que no lo aguantará y petará. Y no, sales de esa, incluso cuando es peor y crees que ya nada ni nadie te hará más daño y te vuelve a ocurrir.  Con cada suceso de esta naturaleza dolorosa queda una huella en tus neuronas, en tus ojos, tus oídos, hasta en la piel y esto pasa sin darte cuenta, porque andas revolcándote en la mierda, sea la que sea. Y te cercioras que sí, que tu sangre, tus huesos, tu cerebro lo aguanta todo. Y sí, cuánto mayor esfuerzo haces en dar a los demás una imagen de serenidad y que estás bien, peor lo llevas a solas. Por eso cuando estoy mal callo, no me apetece nada más que tragarme a solas ficciones inútiles de las cuales no se aprende nada o dramones que me reiteran una y otra vez la mierda en la que estoy sumida, es algo que necesito, hasta que algo hace ¡Bum! y me apetece hablar de ello o reviento, y busco unos oídos amables, un hombro para el desahogo.
Nunca  he encontrado consuelo en esa frase. Esas palabras dichas desde la amistad (o no) y la buena intención (o no) que agradezco, no me han servido para nada cuando me he encontrado en una situación tristísima, y mucho menos si ha sido por algo tan desgarrador como  la muerte de una persona de mi sangre. Otros aprovechan esa situación de indefensión para apretarte más, para echar toda su ponzoña sobre ti, como si no tuvieras bastante, y se quejan de tu debilidad. Prefiero, sin duda, un buen y cálido abrazo a unas palabras tan insulsas como esas que te las puede decir cualquiera.

No, el tiempo, sea el que sea, no cura nada. Se diluye el dolor porque sería insoportable sentirlo así de profundo siempre, pero el hecho, cada uno de ellos, ha sucedido y te ha tocado. Entonces sólo te queda levantarte otra vez pero sin reprimir lo que sea que  sientes; si estás mal, lo estás y punto. Debemos permitirnos ese duelo para aceptar lo ocurrido y llegado el día, las preguntas y los por qué, serán menos que los recuerdos agradables.  Ya sé que  a veces vemos imposible aprender algo de todo ello, pero pasado lo peor, que se pasa,  acabamos conociendo esa fuerza interior bestial que tenemos, y que mientras  sonríes cada día, teniendo mucho por lo que dejar de hacerlo, otros se te quejan (a ti) por tonterías y no te queda más que seguir siendo la persona que eres y sonreír más. A nadie le gusta ver llorar, pero es necesario hacerlo. Así que abrazad más entonces, no tenéis que decir nada.
Algunas veces, el silencio me es vital, no necesito pasar fuera de casa todo el tiempo posible, llenar mi agenda de actos y festines varios para sentirme bien. Disfruto cuando lo hago con ganas, eso sí. Pero no sufro en absoluto si me quedo en casa, a veces una se siente más sola entre la gente y más acompañada en la soledad de su hogar. Respeto y entiendo a los amigos que necesitan desaparecer, porque los amigos siempre estamos ahí, siempre, aunque pase mucho tiempo. Por eso no se puede decir nunca: Todo me va mal.

Todo: ¿Qué es todo a parte de un adverbio de cantidad? No alcanzo a contabilizarlo de una manera lógica, lo que sé es que utilizo esa palabra por costumbre y muchas veces resulta una exageración. Estoy aprendiendo a utilizarla de manera más coherente y sin dramatismos. A principios de año agarré un bote de vidrio para llenarlo de pequeñas notas en las que escribir cosas chulas que me ocurrieran, porque no podía ser que no me pasara algo por lo que sentirme bien. Y ahí está, llenándose de momentos, hasta se me ha pasado escribir algunos por la efusividad y el buen rollo del momento que ha hecho que se me olvide por completo.  Y me dedico a decirle a la gente que adoro que la quiero, cuando es verdad que la quiero, no hay nada mejor que sentir la libertad de expresarse, de decirle a alguien abiertamente que la echas de menos o que la deseas en tu vida. No hemos de callarnos las buenas cosas, jamás.

El tiempo no cura nada, el tiempo pasa y vives con ello como mejor puedes, luego están los que opinan, pero esa es otra historia.


        

5 comentarios:

  1. Magnífico análisis Musetta. Has pensado en publicar...?

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    1. Una pequeña columna semanal sería muy molón, como me ha dicho precisamente hoy mi amigo Antonio Madrid, pero una cosa es imaginarlo y otra que pueda ocurrir. No sé, tampoco considero que le pueda interesar a alguien lo que escribo, salvo a unos pocos amigos que me leéis y a los cuales os agradezco mucho vuestras palabras de cariño.

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  2. Me llega tu mensaje y creo que es muy revelador ya que un buen abrazo a tiempo hace mucho bien, el más eficaz de los consuelos momentáneos
    pero igual voy a decepcionarte, o no, diciéndote que soy del bando pensante de que el tiempo (y la voluntad) pule el dolor como nada en este mundo.
    Fuera y aparte, me ha encantado tu escrito.

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    1. Dices que me decepcionas pero acabas diciendo lo mismo que yo, y utilizas para ello la palabra pulir, yo utilizo diluir, que para el caso va a lo mismo, a suavizar.

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  3. Bien explicado, y bien cierto que un buen abrazo ayuda!

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Estos son los que no se callan, y me encanta que así sea