martes, 2 de octubre de 2018

El porvenir

La secuencia fue así:
Tras maravillarme con la película “Visages, villages” de Agnès Varda y JR, busco en la red películas completas de ella que todavía no he visto. Encuentro “Loin du Vietnam”(1967) una película documental donde participan varios realizadores franceses, entre ellos Chris Marker del que adoro “La Jetée” (1962), y que deja fuera la trama de la realizadora francesa, aunque su nombre permanece en los créditos. Una vez hecha esta búsqueda (aquí entran en juego esos algoritmos curiosos) me salen películas y cortometrajes de temática documental sobre la guerra de Vietnam (obvio), y ahí, a un lado y sin saber qué lo conectaba a todo lo anterior, se me ofrece la opción de visionar un documental titulado “La cuarta puerta, un retrato de Elena Garro”, escritora mexicana que, pese a haber estado durante años a la sombra de Octavio Paz, de sobra conocido, no tenía la menor idea de quién era.

Elena Garro nació, como yo, un 11 de diciembre. Veo ese documental y otro más, y le doy la forma que le corresponde, le pongo cara. Algunos la consideran una de las mejores escritoras del siglo XX, otros tantos no olvidan el turbio asunto del 68, y después anda ella, que rechaza la etiqueta del realismo mágico por mercantilista. Me formaré una opinión cuando la lea, que es la mejor forma que se me ocurre de hacerlo.

Mujer flacucha, empequeñecida en el sofá, que aún con manchas en la piel conserva intacta la belleza y un cierto halo de seducción. El aspecto frágil por su mala salud no quita para que sea contundente en sus afirmaciones y algunas de sus frases me sobrecojan. «Todo en la vida me ha salido del revés». Me siento afín a ese sentimiento y se me clavan las palabras como si fueran mías. En solo esa frase hay metidos miles de libros. No la conozco de nada, pero me gusta cómo habla. Encuentro y descargo su primera novela por el título evocador: “Los recuerdos del porvenir”.

Porvenir es una palabra que siempre me ha gustado muchísimo, porque, aunque encierra futuro, lo hace con una mezcla de nostalgia y melancolía que me hace pensar en que más que lo que está por llegar, está lo que ya ocurrió; y ya sabéis lo que disfruto de un buen drama.

«El futuro es ilusorio, una trampa que se inventa el sistema para que agachemos la cabeza, nos acobardemos y produzcamos…», ya lo decía el personaje interpretado por Federico Luppi en la magnífica película “Lugares comunes”(2002), de Adolfo Aristarain. El futuro no es para mí más que las historias que me muestra el cine que ocurren en años venideros, y también, lo que pasa en una realidad paralela en mi imaginación o en mis sueños. A veces fantaseo, claro, pero queda en nada.

Casualmente, y he aquí la conexión que yo misma otorgo, Chris Marker y Yannick Bellon tienen un documental titulado “Recuerdos del porvenir”, en cuyo soberbio montaje del estupendo legado fotográfico de la pionera Denise Bellon, está contenido el devenir del siglo XX, ese siglo que vio nacer y morir dos grandes guerras, el surrealismo en un reportaje único, la destrucción, el advenimiento de la crueldad contra otro ser humano que nunca más se fue, reportajes ligeros para ir tirando, todo ello trae consigo los recuerdos de lo que está por llegar.
Denise Bellon pudo estar y corroborar mucho de lo que se contaba en la calle. Demostró que era cierto aquello de que en la bañera de Henri Langlois, éste apilaba latas de películas para que no desparecieran. Su bañera, cuna de todas las cinematecas.
«Denise estuvo ahí» podría ser la frase que mejor la define.

Recorte de la fotografía de ©DeniseBellon

Allá por nuestros 80, escuché una y otra vez en el radiocasete “Lluvia del porvenir” de Radio Futura. El porvenir esperanzado en voz del primer maño que me fascinó: hay agua abundante en este páramo, cantaba Auserón, y han vuelto los colores a su rostro. ¡Cómo vivimos esos años creyendo que todo iría mejor!

     


En el enlace de la canción, una persona dice que le recuerda un bosque lluvioso cerca de Toluca, México. Otra vez México, Porvenir, Garro, Marker…Varda.

Mi estimada Agnès Varda, por la que siento profunda admiración, siempre vitalista y jovial, feminista, realista y social. Para ella, la inspiración surge de la experiencia inmediata y de la motivación. Realizadora de algunas obras maestras, admiro su entrega, su capacidad creadora y su sentido del humor. Su frase: «no conduzco, soy sensata», me la quedo para mí. Visionar “Visages, villages” ha sido como contemplar el mar sin reloj y respirar profundamente el salitre, o estar en el bosque buscando setas y encontrarlas: un buen rollo brutal.

Y con esta dicha, acabada la novela de V-M “Porque ella no lo pidió”, me dispongo a leer lo que Elena Garro contó en su primera novela. Quiero ver y sentir cuáles son esos recuerdos de su porvenir, a ver si le da algún sentido al mío.

Al final lo que cuenta, inventándome o no casualidades, es dar con cosas o personas que sumen y hagan a una el camino más placentero. Placer: sensación única y fascinante de felicidad cuando alguien que deseas te dice: «Voy a verte». Sí, hay infinitas frases mucho mejores (su hipoteca ha sido cancelada, gracias), pero, por su escasez y por lo que me provoca, ésta es una de las que más añoro.



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Estos son los que no se callan, y me encanta que así sea