lunes, 10 de junio de 2013

Carpe Diem... y todo lo demás


La primera y única vez que he pillado una gran, y nada amable, mierda en solitario fue cuando tenía 25 años. 

El chico que me gustaba (al que había dejado la novia unos meses antes) tuvo el mejor de los detalles. Su exnovia  aparcaba el coche en la penumbra a las puertas del instituto para observar los movimientos de éste; aquel viernes me había invitado a cenar y tomar algo, y ella nos siguió.  Al poco de terminar la cena, yo, que lo tenía enfrente, vi cómo su cara palidecía por completo (y eso que era un chico muy moreno). Su ex  estaba en la barra del pub y se pedía combinados que bebía como si no hubiera un mañana, y mientras charlaba con dos chicos  reía haciéndose notar.
El pollo que le montó, cuando él se le acercó para preguntar qué hacía ahí, fue tal, que tuvimos que salir todos a la calle; yo alucinada, claro. No entendía nada de nada. En el fragor de la discusión, el chico en cuestión se giró hacia mí y me dedicó una frase memorable,  muy romántica. ¡Vamos!, lo que soñé que sucedería aquella  noche:
—¿Puedes coger un taxi?  Es que mi ex novia (omito su nombre porque ni lo recuerdo ni viene al caso) no está para conducir.
— ¿De qué vas, chaval? (estoy segura que esto no lo dije, todavía controlaba las formas) Tú me has traído, tú me llevas a casa; luego, haz lo que te venga en gana.
Después de aquél  episodio hubo idas y venidas por su parte, y una tarde, en mi habitación, aburrida y dolida por tanta inseguridad del tipo, agarré dos botellas de Martini blanco, y fui preparándome los tragos con sus aceitunas correspondientes. En mi plato Technics fui pinchando una tras otras, no sé la de canciones  soul; recuerdo los vinilos girar y girar; a mí cantando y bailando. Mi cabeza también rotando sobre su eje. ¡Menudo fiestón me monté!
Mientras sonaban The Shirelles con su "Will you still love me tomorrow?",  y yo intentaba cantar siguiendo el ritmo sin conseguirlo, la media neurona que me quedaba, más o menos despejada (por decir algo), me gritó: ¡¡ joder, qué pedo llevamos!! Me comí una tableta  entera de chocolate en mi afán de recuperar el tono…pero la cosa empeoró ostensiblemente: lo que introduje con cierta alegría en mi cuerpo, y por la boca, salió por la misma oquedad sin pedir siquiera permiso; en el baño, eso sí…Llegué a tiempo.


¿Y por qué cuento esto ahora? Porque mientras sonaba esa misma canción de forma aleatoria en mi móvil he decidido que necesito drogarme, ya sea aspirando el aroma que me llega de unos italianos fumadores de ‘’tila’’ en las escaleras de la Lonja, bebiendo lo que no está escrito, pinchándome en vena la música que me recarga las pilas y bailando en la parada del bus sin importar quién mira o lo que piensa. Necesito estar colocada para cuando me ocurran ciertas cosas, porque el hartazgo roza mí límite con cierta peligrosidad.
Soy  libre ante el espejo, y puedo cantar y bailar si me da la gana. Por ahora, esto no me lo va a quitar nadie, y puntualizo "por ahora" ya que, tal  como está el patio, todo se andará.
Así que, como decía el poeta:
 ''Coged las rosas mientras podáis,
 Veloz el tiempo vuela…''


 Carpe Diem... y todo lo demás.

4 comentarios:

  1. un recuerdo de juventud... un par de botellas de kutty, sin hielo, un paquete entero de cigarrillos, mi grupo de música super enchufado en el local de ensayo y repasar toda la banda sonora de "The Commitments" mientras vaciábamos las botellas y el paquete... diversión sin limites!!!... te entiendo...

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  2. Casi todos los colocones en solitario acaban siendo por motivos del corazón. El mío fue a los 26 años, con whiskey 100 pipers, y con una compañera de trabajo de por medio. Jugó conmigo como sólo una mujer puede hacer con un hombre y cuando me utilizó como si de un muñeco se tratara, acabé como sólo puede acabar uno haciéndose preguntas que no tienen respuesta logica alguna. Así que como tenía 100 pipers en casa me senté, con los auriculares, puse el cd The final cut, de Pink Floyd y comencé mi autoflagelación alcohólica, con alguna que otra lágrima y mucho dolor estuve bebiendo La soledad no es tal en compañía de tu música. Desde luego el alcohol no cura las heridas, pero mitiga el dolor, aunque las respuestas que das a tus preguntas sean de lo más variopinto, pasando de la euforia a la melancolía y viceversa. El recuerdo hace que note algún resquemor en las viejas cicatrices de la juventud.

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    1. Hombres, mujeres, a todos nos han jodido alguna vez...incluso varias. Y sí, las respuestas que te das van de la oscuridad más absoluta al estado de excitación nivel flower power...A ver si vira la tortilla.
      Si ha resquemor es porque seguimos buscando respuestas. Un saludo, jugador de rugby

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Estos son los que no se callan, y me encanta que así sea