Un hombre habla con su reflejo mientras
fuera del autobús el cielo clarea lentamente.
Se dice las cosas claras sin
emitir sonido alguno, gesticula con las manos para ratificar su opinión y
asiente con la cabeza. El que tiene al
lado, ese señor plano sobre la luna fría lo mira, no rechista, imita los
movimientos en sincronía perfecta, todos; son almas idénticas.
Lo tengo delante y me llama la
atención. Me sorprende no porque hable, pues parece que la gente cena lengua y
le da suelta bien temprano en el transporte público, sino por su gorro raído y
esas guedejas blanquecinas que le asoman, porque veo su perfil y parece joven, aunque
el resto del cuerpo está bastante
perjudicado.
Entretanto, escucho una canción que habla de las cosas que algunas veces ocurren a la
gente, y de otras que no me suceden a
mí. Es esa canción que sonaba la primera vez que te soñé, vestido de blanco, y
con tus cálidos brazos rodeándome en un sofá oscuro, iluminados por la llama de
una vela. Todavía no sabía cómo sonaba tu voz ni que tu aroma me gustaría
tanto, sólo sé que ese sueño generó en mí el deseo real de un abrazo así. ¡Qué
malo es crearse expectativas en lo que atañe a los sentimientos! Pero es tarde
ya para quejas y estoy segura que lo volvería hacer mil veces o más.
A las siete y diez de la mañana suenan
los de Chicago en mis auriculares, y me pregunto si ese tipo que tengo sentado delante
será feliz en ese mundo suyo de dos, pero
enseguida lo olvido,…miro al exterior y puedo notar tu beso y tu abrazo tierno susurrando
esa canción sólo para mí, porque es cerrar los ojos y pensarte en esos momentos
que hubo entre los dos, pocos, pero los suficientes como para desestabilizarme
entera…Y sí, de todas las cosas que me interesan, esa emoción que siento cuando me rozas es la que más me importa.
Siento la libertad de volver a
ser niña en los brazos de alguien si le importo, el amor le da sentido a casi todo,
y no me acabo de dar cuenta de eso ahora, no…lo sé toda mi vida. Lo supe cuando
escuché aquella canción en una película musical, que mi nombre fuese el sonido
más bello del mundo. O leyendo: “Lolita, luz
de mi vida, fuego de mis entrañas. Mi pecado, mi alma.” Yo quise eso. Quizás por ello vaya diciendo por ahí que el cine y la literatura me han
jodido la vida, pero es así.
Cuando me puedo expresar abiertamente, cuando
no me juzgan, cuando me haces reír, cuando lo único que me aterra es perderte
de vista para siempre, deseo,... te deseo. Me
siento emocionada, y me encanta tener este sentimiento tan profundo aunque a
veces me hace llorar.
El hombre solicita parada, y al
alejarse lo veo concentrado en su cháchara silenciosa.
La verdad es que es tan bonito
tener un cómplice con quien charlar y reír, y…y…y...y más cosas.
Que arte tiene mi Meca, expresando sentimientos.
ResponderEliminarOle tu!!
Maravillosa forma de contar una mañana y la distancia que te separa de algo.
ResponderEliminarComo siempre, maravilloso.
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